lunes, 14 de octubre de 2013

Tista, el último de la Tiera…

Alguien me escribió esta hermosa historia de amor y no pude resistirme a leerla cien veces y a dejar que mis manos creasen las imágenes…Gracias Eva.

Texto de Eva Fernández, Asturias. Dibujos de A.D.A, Castilla – La Mancha, con la colaboración de Salomón Amador Cueto, Aragón.

Tista se miraba al espejo y no podía ignorar lo que le venía a la mente…se veía aún siendo un guaje.  Siempre fue un crío soñador, de esos que se quedan embobaos a las primeras de cambio; fueron tiempos duros, vaya que si lo fueron, pero aún así los añoraba a menudo. Acabó de secarse  y maldiciendo por la hora  se encaminó al tajo o “al acabose” como él lo llamaba.
-Avispao, parezme que hoy tienes suerte, te quedas en el embarque.
Un gruñido fue todo lo que contestó, le daba igual  a donde lo destinaran, sabía que si venía a buscarlo sería igual en qué lugar se encontrara. Allá dentro ella se movía como pez en el agua y aunque él conocía cada rincón, no era lo mismo, cuando juegas al escondite en casa del escondido, de poco valen los trucos.
-Avispao, hoy embarque-le dijo casi sin mirarle el vigilante.
Todo el mundo de la mina le llamaba Avispao, decían que se parecía a un toro bravo cuando salía de allí, negro como un tizón. Y dentro, siempre alerta, nada se movía sin que él reparara en ello; los compañeros decían que quien estuviera en su relevo podía estar tranquilo, al menor movimiento raro dentro del pozo él avisaba, y pronto se veía a Tista moverse intranquilo y desaparecer con cualquier excusa hacia el exterior. Al acabar el día, apenas si tomaba una cerveza de un trago y para casa.
- ¿Qué prisa tienes siempre Tista? Como si tuvieras alguien esperándote…
- Eso ye lo que tú no sabes…-contestaba siempre.

Pero eso era la realidad, nadie lo esperaba en casa, por decisión propia eso sí. Tuvo alguna que otra novia, pero teniendo muy claro que nunca llegarían a más; a formar una familia renunció el día que comprendió que el sino de  los suyos se escribía en carbón, desde el día que enterró a su padre siendo un neño de apenas 6 años, lo tenía clarísimo, nadie iba a llorar y sufrir por su culpa……Si se cumplía su destino no dejaría sufrimiento a su  marcha. Su madre lloró 7 años seguidos cuando murió su padre y al año su hermano mayor, los dos en el mismo pozo, en el mismo donde murió su güelo…estaba seguro de que era lo que a él le esperaba si se descuidaba. Ella esperaba allá abajo, unos días en un escape, otras en un costero…siempre al acecho para llevarse al último  de casa “La Tiera”, no sabría si servirían de algo tantas precauciones, pero él iba por lo menos a intentarlo. Dicen que el temperamento se hereda y debe ser cierto porque de neño oyó muchas veces contar a su madre historias de su padre; de cómo pudiendo marchar a las Américas, quiso quedase (“por cabezón y necio” añadía siempre su madre) y bajar a la mina, a la misma que se llevó al güelo de Tista, porque decía que una cosa ye tener miedo y otra ser un cobarde.  Tener miedo ye normal, pero echar a correr ye otra cosa, si el carbón le había quitao a su padre, él iba a picalo día tras día mientras tuviera fuerza pa vengase, ahí iba a tar pa recordai a la mina que topo duro con los de “la Tiera”. Y así pensaba Tista, nunca se le pasó por la cabeza ser otra cosa que no fuera minero. Entre el temperamento heredado y el carácter forjado entre lágrimas de una madre, que le pidió mientras vivió, de rodillas todos los días que no fuera a la mina; cada día se afianzaba más en la idea de ser el único paisano de los suyos que no muriera  entre carbón. Pero últimamente la sentía cerca, demasiado cerca, pocos días había que no escuchara ese silencio que la precedía. La luz de su lámpara parecía apagarse y la oscuridad era más negra si cabía cuando ella andaba cerca, podía sentirla tirando de él, estaba claro que estaba  lista pa llevárselo…ahora dependía de él que lo consiguiera o no. Últimamente ya ni las noches fuera de la mina eran tranquilas; se pasaba las horas imaginándose ante ella; se veía vencido y muerto en un derrumbe o asfixiado por el grisú. Despertaba empapado y con la sensación de abatimiento que da  la muerte, así encaraba jornada tras  jornada el tajo, preguntándose si hoy sería… Era un día de octubre aquel que Tista miró al cielo por última vez, y se dio cuenta de que las hojas caían balanceándose por el aire, un aire que apenas le llegaba para respirar, y pensó que estaba muy, muy cerca cuando ya la sentía en la bocamina - En cuanto note algo raro ahí dentro me salgo - pensó.
-Avispao, qué desgracia la mía tócame contigo con lo vago que yes-le decía  Jamín, riéndose.
Apenas si le contestó, no quería que nada le sacara de su abstracción. Hoy más que nunca sentía que tenía que estar centrado y alerta. Apenas una hora después, cuando estaban  picando carbón, sintió un ruido que apenas sería perceptible para otro, y ahí estaba, ante él una sombra brillante parecía querer salir de la roca.  Se estremeció y supo que había llegado el momento, gritó a su compañero que corriera pero su grito quedó ahogado ante un derrumbe de carbón que los dejó medio sepultados.  Miró a Jamín y vio  el horror y el miedo debajo de la sangre que corría por su cara que mezclada con el carbón formaban un color que el reconoció al instante. Ese era el color que recordaba haber visto en la cara de su padre cuando salió de casa el día aquel en el que nunca regresó. Tista se descubrió tranquilo, se diría que hasta aliviado después de tanto esperar, aquí estaba enfrente de su destino, se alegró de que nadie lo esperara en casa, apenas si cuatro parientes lejanos le dedicarían unos lamentos, sus compañeros sabía que le llorarían, pero en sus casas ya seguros se alegrarían de no ser ellos. No lo pensaba con maldad, es normal y se llama supervivencia, pensó. Su pensamiento se interrumpió ante un nuevo derrumbe, más pequeño, esta vez solo había sido una nueva amenaza; entonces lo comprendió, sólo uno saldría de allí vivo. El aire escaseaba y Jamín no llevaba el autorescatador…a él si le llorarían, una muyer y 3 fios  quedarían marcaos con las cicatrices invisibles de la mina. Como pudo peleó por poder colocarle el suyo y rezó por primera vez en su vida para que no tardaran en sacarlo. No supo si pasaron minutos o horas, solo que se dejó llevar por una manto que lo envolvió, con la tranquilidad de estar en casa, del deber cumplido…Lo que Tista ya no sintió fueron los gritos de sus compañeros, tratando de reanimarlo, los llantos en la bocamina cuando lo sacaron tapado con una vieja manta, no vio el dolor de los amigos,  ni oyó a Jamín darle las gracias noche tras noche durante años, sabiendo que su vida era un préstamo que Avispao le había dado.

En “la Tiera” encontraron una especie de testamento que Tista había hecho hacia 19 años, el mismo día que entró en la mina por primera vez y en él podía leerse: “…Y si me quedo allí dentro, tenéis que saber que presenté batalla, que aún sabiendo que estaba escrito mi destino, no por ello me resigné. Desde que supe cómo murió mi güelo, como  mi padre siguió sus pasos, esperé el momento en que le tocara a mi hermano. Callaba cuando se iba y respiraba cuando volvía, apenas si levantaba un palmo del suelo y asimilé mi destino el día que lo enterramos. Ese día juré que yo iba morir de vieyo, pero si leéis esto ye que fue una esbabayada mía, en este sobre espero dejar el dinero suficiente para que mi muerte no suponga gasto para ninguno de mis parientes Iré guardando cada día de cobro una cantidad, espero que me dé tiempo...si estimáis a bien cuando vayáis al cementerio poner  entre la tierra una losa de pizarra que diga: “No ye lo mismo tener miedo que ser un cobarde”… El último de La Tiera.

Salomón Amador Cueto: Desde entonces (23.02.2013) yo me he dado cuenta que no puedo estar sin vosotr@xs y sé que igual que a mi os pasa a tod@s, por eso, porque hemos formado un gran equipo, en el que estamos muy pero que muy unidos, una familia minera, porque lleváis tod@xs en la sangre la lucha minera…Por todo ello cuando me dieron la oportunidad de escribir una dedicatoria para este precioso cuento, me alegró mucho así que…va  por esta GRAN FAMILIA, LA QUE VA A GANAR Y QUE LUCHARÁ HASTA EL FINAL. Os queremos.

El carbón es todo negro y rojo nuestro corazón…

2 comentarios:



  1. La vida nos da la oportunidad de escribir
    mejorar y corregir nuestra historia todos los días,
    no perdamos esa oportunidad y siempre nos sentiremos
    afortunados por ser los guías de nuestro propio destino...

    Un abrazo soñando
    y un beso amando

    Atte.
    María Del Carmen


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  2. Muchas gracias por tus bellas palabras, ya te echaba de menos por aquí....bienvenida como siempre Gata.....un Abrazo de Luz

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